La Novela que no fue - Cap 4

Rue de Cannettes 7:

Hay un par de humedades en el cuarto, pero solo es cuestión de lijar y arcillar, Rue de Cannettes en estos días se esta dejando seducir por las tardes frías y por el sol de invierno. Tus manos y tu vos son una gran compañía en un cuarto sin demasiadas luces naturales. Se ilumina de noche cuando desabrochas la luz que sale de tu camisa abierta, cuando te dejas caer en la cama como un peso muerto, cuando abrís algún libro o cuando pegas los fideos en la sartén. Solo es cuestión de cerrar los ojos, o de tomar envión para saltar desde la puerta hasta la calle, caminar hasta el primer bar que este abierto, perder la inocencia en el borroso gusto de la cerveza y volver a casa, hacernos trenzas humanas para volver a ser chicos de vuelta, a la inocencia perdida y salir a las calles de nuevo. El helecho de la ventana que da al patio no entiende de luces. Se esta escapando brevemente, se esta olvidando de tu casa y de vos. Quizás sea hora de fabricar un mirador con vista a tu boca, quizás así intente llegar hasta vos, quizás crezca para encontrarte cuando dormís, cuando el aire es al revés, cuando respira para dentro y expira para fuera.

Ahora también estas dormida, desde acá puedo ver tus pies que se asoman desde dentro de la sabana. De vez en cuando movés los dedos gordos como haciendo un espiral que de a poco se va diluyendo en un reposo pausado. Te tomas a la almohada, la abrazas con una complicidad placentera, con una confidencia envidiable, transparente. Puedo ver tu hombro y tu pelo que lo cubre a medias, tus ojos cerrados y tu boca entreabierta como si me esperaras para un beso. Ahora voy, ensobro la carta y voy.

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